Un joven de nombre Eduardo, cuenta que cuando vivió en Villahermosa se topó con un ser extraño que le cambió su vida. La extraña experiencia le ocurrió en el trabajo.
Su historia la relató en un programa de radio del Estado de México. En el audio indica que las personas que lo conocen, sienten que es alguien diferente. Y cree que estuvo hablando con un ser de otro planeta.
“Eduardo soy del Tultilán, Estado de México, a mí me pasaron cosas muy raras cuando yo trabajé en un hotel en Villahermosa, Tabasco”, así inicia su relato.
“Veía muchas sombras, cosas inexplicables para mí. La verdad me hizo bien salirme del trabajo, incluso cambiarme de ciudad, yo aquí llevo ya un mes.
“Dejé el empleo porque lo último que me pasó fue una cosa muy extraña, me dejó un poquito marcado.
Tuvo que cubrir el horario nocturno
El entrevistado mencionó que todo comenzó en la noche, turno que ya no le tocaba trabajar, pero al no poder ir uno de sus compañeros, el gerente le dijo que se presentara en horario de las 23:00 horas.
“Bueno, termina mi jornada laboral, y al día siguiente me dicen que debo regresar al mismo turno, en la noche, porque mi compañera no iba a poder llegar.
“Me tuve que aguantar, como todo es trabajo y hay que ser responsable. Yo entraba a las 11 de la noche y salía a las 7 de mañana del día siguiente.
“Un huésped bajó a decirme que el agua caliente no servía, bajó molesto, yo le dije que iba a tratar de ver cuál era el problema, las personas de mantenimiento ya no estaban, yo era el único que podía hacer algo. El chiste es que ya me habían explicado cómo resolver el problema, tenía que subir al mismo techo del hotel, imagínate eran tres pisos”.
Su encuentro con el extraño ser
Al continuar con su relato, Eduardo mencionó que era cerca de la media noche cuando vio al ser entre unos tinacos de la azotea: “Subí, eso que te estoy diciendo fue como a las 11:30 de la noche, y empecé a checar si estaba abierto el paso del gas y todo eso, con miedo de no causar un accidente, pues no tenía el conocimiento, pues la verdad me di por vencido porque yo no iba poder hacer nada.
“Entonces, yo iba pensando que le invento al huésped, para esto ya iba de bajada cuando en esto, eran cuatro tinacos muy grandes, en medio de dos, los dos principales, vi que estaba sentada una persona, lo cual se me hizo horriblemente extraño, una persona de la calle, un indigente no puede pasar sin que yo lo vea, tenía que pasar por donde voy, es imposible que no lo haya visto. Para abrir al techo del hotel era una puerta de hierro grande, yo dije si la cierro me quedo acá arriba. Lo que hice es poner una silla que estaba ahí, que era del señor de mantenimiento y puse la silla para que no se me cerrara la puerta”.
Una mujer alta
Al ver al extraño ser, el muchacho se dio cuenta que era una mujer y sus ropas parecían deportivas: “Al momento que yo pongo la silla y me acerco, y sí, era una mujer muy delgada y no tenía cabello, la vestimenta que ella traía era tipo ropa deportiva muy ajustada, no sé si era licra, con la poca luz que había en el techo la pude ver, al momento que ella se percató que la veía, ella me miró, nunca se me va a olvidar, eran unos ojos tan grandes, unas pestañas mi bonitas, no puedo decir que era algo muy feo, porque no lo era, simplemente era una persona muy extraña, lo que sí es que los dedos de las manos eran demasiado grandes.
“Al momento de percatarse de mí, alzó la mano y me saludó, por eso me percaté de sus dedos, yo le dije, disculpa como llegaste aquí, ella me alcanzó a contestar, llegué muy fácil, su voz era como de una niña pequeña, muy aguda. Entonces se levantó y que crees, esa mujer era altísima, cálculo que pasaba de los dos metros.
“Le pregunto cómo había llegado, sí necesitaba ayuda, respondió que estaba muy bien, si quieres vamos para abajo, no, no. No me puedo mover de aquí. Su cara era demasiada fina, la nariz y boca muy pequeña, sus cejas apenas se le alcanzaban a ver, era un poco pálida
“Le pregunté de donde eres, ella sonrió y me dijo yo vengo de un lugar donde hay colores que ni siquiera has visto. Saqué mi teléfono, yo estaba nervioso, mi teléfono no tenía batería, cosa que era imposible porque mi teléfono antes de salir siempre lo cargo por cualquier cosa.
“Le insistí que bajara, pero me dio a entender que si lo hacía se podía enfermar, incluso me preguntó que si le tenía miedo. Ya me voy a ir no te preocupes, le dije cómo, me respondió yo sé cómo me voy a ir.
“Cada que yo me movía se fijaba demasiado en mis movimientos. En un momento vuelvo a girar y ya no estaba, se me desapareció cuando gire la cabeza para ver que la puerta no se cerrara, cuando termine de conversar eran las 4 de la mañana, pero yo la sentí como unos minutos. Enseguida sentí una nostalgia y lloré, después cualquier cosa que yo tocaba me daban calambres, yo tocaba una persona y decía que sentía una descarga. Ese día hice el trabajo con una rapidez, incluso mi familia decía que me notaba algo raro”, de esta manera concluye la entrevista.